Travesia por el mundo henequenero, Hacienda Sotuta de Peón.
Es una de las pocas haciendas yucatecas donde la actividad henequenera
sobrevive y brinda fuentes de empleo a familias de la región. Pero no
sólo cuenta con trabajadores en sus campos de cultivo —150 hectáreas— y
en la producción, sino también en sus edificios que a partir del
próximo lunes tomarán un giro turístico.
El propietario de la hacienda, Adolfo Lübcke Flores, indica que todo está listo para ofrecer recorridos turísticos por el lugar.
“No funcionará como hotel. El objetivo es brindar al visitante la
oportunidad de realizar un paseo por una hacienda viva que trabaja de
verdad el henequén, mientras se disfruta de un remanso de tranquilidad,
recreación y contacto con la naturaleza”, comenta.
El recorrido se inicia en plataformas jaladas por mulas que transitan
sobre rieles Decauville hasta la casa principal, en un lapso de 10
minutos. En la casa de máquinas se observa el proceso de la raspa de
las hojas de henequén. Luego se recorre el secadero y un pequeño museo
—donde hay un viejo gasógeno inglés y una motora Diesel que sirvió para
mover los “trenes de raspa” en otras haciendas—, así como la bodega
donde se almacena y prensa la fibra en pacas.
En la “corchería” se realiza el peinado del sosquil en diversas
máquinas, y la elaboración de los hilos de uno y dos cabos, que se
convierten en cuerdas de diversos calibres y finalmente en tela para
diversos usos. De nuevo en la plataforma se visita la “casa maya”,
sobre una loma rodeada de plantíos de henequén. En este lugar, Antonio
Ucán, oriundo de esas tierras, ofrece una semblanza de la vida de los
mayas, anécdotas y explicaciones sobre el cultivo del henequén. El
recorrido incluye escalas en tres cenotes: en el último, el “Dzul Ha
(Caballero de agua)”, se puede nadar. La visita finaliza en el comedor
de la casa principal, donde hay bebidas refrescantes y platillos
regionales o de mariscos.— Rosa Acosta
Diario de Yucatán.
Actualizado:Jun 18, 2007 - 05:31
Creado:Sep 17, 2005 - 06:24
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